¿Vas al dentista solo cuando duele? Descubre que la odontología preventiva es la mejor inversión para tu sonrisa para padres e hijos.
Vamos a ser claros: ir al dentista únicamente cuando te duele algo es como ir al taller solo cuando el coche ya se ha parado en medio de la carretera. En la mayoría de los casos, si hubiéramos hecho una revisión a tiempo, ese problema no habría llegado tan lejos. Pues con la boca pasa exactamente lo mismo, hay que realizar una odontología preventiva.
De ahí la importancia de la odontología preventiva, ya que esta pone el foco en evitar, en lugar de tener que arreglar. Y lo cierto es que, con unos pocos buenos hábitos y visitas regulares al dentista, mantener una boca sana es mucho más fácil de lo que parece.
¿Qué es la odontología preventiva, así en palabras sencillas?
Es, básicamente, cuidar tu salud bucal antes de que aparezcan los problemas. Y no hablamos solo de lavarse bien los dientes (aunque eso es importantísimo), sino de todo lo que se hace para mantener la boca sana de forma constante: revisiones periódicas, limpiezas profesionales, refuerzos como el flúor o los selladores dentales, y también saber detectar a tiempo cualquier señal rara o cambio que notes.
No se trata de complicarse la vida, al contrario. Es una forma de evitar tratamientos largos, ahorrar dinero a largo plazo y, sobre todo, no tener que pasar por molestias que podrían haberse evitado con una visita a tiempo.
¿Por qué es tan importante? Porque lo que no se ve… también cuenta
Uno de los grandes problemas con la salud bucodental es que muchas veces, los problemas no avisan. Una caries dental puede estar desarrollándose durante meses sin doler. Cuando lo hace, a veces ya no basta con un empaste. A lo mejor hay que hacer una endodoncia, poner una corona o incluso extraer la pieza.
Lo mismo ocurre con las encías. Puedes tener una inflamación leve y no notar nada grave, pero si no se controla, puede convertirse en una periodontitis y comprometer la estabilidad de los dientes.
Lo más habitual es que la gente venga cuando ya siente dolor, o cuando algo se rompe. Pero si vinieran una vez al año, como mínimo, en muchos casos evitarían por completo esa situación. Una revisión a tiempo puede ahorrarte tratamientos complejos, dinero, molestias y sustos. Así de sencillo.
Además, por si fuera poco, conviene recordar que la boca está conectada con el resto del cuerpo. Hay estudios que relacionan las infecciones dentales con problemas cardíacos, respiratorios e incluso complicaciones en el embarazo. Por lo tanto, cuidarla bien es mucho más de lo que parece.
Qué hacemos en una visita preventiva
Cuando vienes a una revisión, no solo miramos si tienes caries. Evaluamos el estado general de tus dientes, encías, lengua, mucosas, la mordida, el desgaste dental y la limpieza que llevas en casa. Si vemos algo que no cuadra, lo comentamos contigo, y si hace falta, hacemos una radiografía para asegurarnos de que todo está en orden.
Muchas veces, en esa misma cita hacemos una limpieza dental profesional. Es rápida, no molesta y ayuda a eliminar el sarro y la placa acumulada que no puedes quitar con el cepillo en casa, por muy bien que te laves.
También valoramos si necesitas flúor para reforzar el esmalte, o si sería útil enseñarte alguna técnica de cepillado más eficaz según tu caso. Nada invasivo. Solo buenas recomendaciones.
Y, sobre todo, escuchamos. Porque cada boca es distinta, y cada persona tiene una rutina, unos hábitos y unas necesidades diferentes. Lo importante es adaptar la prevención a tu realidad, no al revés.
¿Y con los niños? Cuanto antes, mejor
Muchas veces esperamos a que el niño tenga todos los dientes definitivos para llevarlo al dentista. Pero la realidad es que la prevención dental infantil empieza mucho antes.
Lo ideal es hacer la primera visita alrededor del primer año de vida, o cuando sale el primer diente. Sí, aunque te parezca pronto. Esa primera cita sirve para ver que todo está yendo bien, pero también para que el niño se familiarice con el entorno, el sillón, la bata blanca… y que entienda desde pequeño que ir al dentista no es algo que dé miedo.
Durante la infancia, también hacemos seguimientos del desarrollo de la mandíbula, el recambio dental, la posición de los dientes y los hábitos (como chuparse el dedo, morderse las uñas, respirar por la boca…). A veces con pequeños cambios se evitan problemas mayores más adelante.
Y por supuesto, también trabajamos con los padres. Enseñamos cómo ayudar a los peques a cepillarse bien, qué tipo de pasta usar, cómo detectar si hay algo que no encaja, y todo lo que necesitas para que tu hijo crezca con una sonrisa fuerte y sana.
La prevención también es cosa de adultos
La vida adulta no está exenta de cambios en la boca. De hecho, muchas veces los problemas aparecen poco a poco y no nos damos cuenta hasta que ya son evidentes. El desgaste por el bruxismo, la sensibilidad dental, la retracción de encías o el deterioro de empastes antiguos son cosas que se pueden controlar si vienes de forma regular.
También es importante si llevas ortodoncia, prótesis o implantes. En esos casos, las revisiones preventivas son fundamentales para comprobar que todo sigue funcionando bien y que no hay complicaciones.
Y si fumas, estás embarazada, tienes alguna enfermedad crónica o simplemente has descuidado un poco la salud bucal durante un tiempo, no pasa nada. Nunca es tarde para empezar a prevenir.
¿Cada cuánto hay que venir?
Pues…depende de cada persona. En general, recomendamos una revisión al año. En algunos casos, puede ser cada seis meses, especialmente si hay antecedentes de enfermedad periodontal, si llevas ortodoncia o si tienes algún factor de riesgo.
Lo mejor es que lo valoremos contigo en consulta. Nosotros te diremos lo que te conviene, sin más visitas de las necesarias, pero sin dejar nada al azar.
“Si lo llego a saber antes…”
Esta es una frase que escuchamos mucho. Personas que llegan con una muela rota, una encía inflamada o una infección que se podía haber evitado. No lo decimos para culpar a nadie, ni mucho menos. Pero sí creemos que parte de nuestro trabajo es ayudarte a que no llegues a ese punto.
Y no se trata de gastar más. Al contrario. Prevenir es más barato, más rápido y más cómodo que tratar. Una limpieza cuesta menos que un empaste. Un empaste cuesta menos que una endodoncia. Y así con todo.
Por eso insistimos tanto: cuidar la boca es una decisión sencilla que tiene un impacto enorme. Si quieres realizar una cita para limpieza pincha aquí.